Rumbo a Gaza

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lunes, 23 de marzo de 2009

Qalqiliya: una vida de película

En "El Show de Truman" Jim Carrey era el protagonista desde su nacimiento, y sin ser consciente, de un reality show en el que vivía en un pequeño mundo interactuando con actores. En el momento en que intenta escapar de ese universo choca con los límites de un plató de unos pocos kilómetros cuadrados que era su casa y su cárcel.

Qalqiliya es una ciudad del West Bank situada junto a la Linea Verde -linea de partición trazada hace 60 años sobre un mapa con un rotulador verde para señalar la división entre la zona israelí y la palestina-. Actualmente tiene poco más de 4 km2.
Cuando llegamos al checkpoint vemos un cartel que se repite en todos los accesos a territorios palestinos y es que el gobierno sionista prohibe a los ciudadanos israelíes entrar en zonas de control palestino anunciándolo con carteles en todas las vías de acceso a esos territorios. Aún así hay personas que bajo su responsabilidad entran para participar sobre todo en actividades de condena de la ocupación, como la manifestación de Bil'in o en contra del derribo de casas.

El Muro de Seguridad de más de cinco kilómetros, no solo pasa junto a esta población de 50.000 habitantes, sino que la envuelve y encierra entre cuatro paredes de hormigón de 7 metros de altura sin posibilidad de libre movilidad por el resto del territorio de su propio país. Sobre el mapa se ve puede observar mejor qué supone esto:

Las zonas ocres son poblaciones, las grises bajo control compartido, la zona blanca bajo control militar israelí y los diferentes tonos de morado son asentamientos de colonos judíos. La línea roja es muro construido, la roja discontinua es el muro en construcción y la casi ahora invisible línea discontinua verde que va de sur a norte a la izquierda es la antigua frontera de partición.

Como se puede ver, ya hay muchos asentamientos a la derecha y se derribará el muro terminado de los asentamientos de la izquierda para unirlo todo. Es una toma lenta de terreno, bajo el paraguas de la autodefensa y saltándose toda las resoluciones internacionales, así como entorpeciendo a la propia justicia israelí que ha condenado como ilegales muchos asentamientos pero tiene los procesos de demolición pendientes por la contínua ralentización de las instrucciones de los casos: http://www.haaretz.com/hasen/spages/1072968.html

Qalqiliya vive su propia película atrapada entre los muros de cemento, vallas electrificadas y checkpoints con un mundo que acaba en una pared de hormingón andando apenas diez minutos desde el centro de la ciudad.

Es, o más correctamente, era, uno de los huertos de Palestina. Dentro del muro quedan unos pocos limoneros y naranjos pero para acceder a la mayoría de los cultivos tienen que salir por alguno de los dos checkpoints de comunicación con el resto de Cisjordania. Los permisos para los agricultores son aleatorios y pueden suponer la denegación de salida (con la consiguiente pérdida de la cosecha), la obligatoriedad de salir por el puesto de control más alejado a sus parcelas, la concesión de permisos solo para ancianos y no para hombres de menos de 50 años y un largo etcétera.
En una de sus mezquitas disfrutamos de la llamada a la oración más sobrecogedora y emocionante que hayamos visto en ningún sitio. El canto de este muecín nos hizo olvidar por cinco minutos donde nos encontrábamos y viajamos por un camino de acordes que nos transportó más allá de los muros y de la realidad. La similitud de ese canto con el quejío flamenco y la increíble voz del muecín creó un instante mágico; un momento para recordar siempre.
Junto a la mezquita hay un edificio asaltado y deshabitado por estar en el perímetro de seguridad que hay que abandonar.
Dentro de la ciudad la vida continúa:

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